Es otro de mis amigos de aquellos años de estudiante y su carrera tuvo un brillo muy especial pero nunca cercano a ser gobernador.
Recibe su jugosa pensión de magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sinaloa.
No tengo idea de cuánto ahorró siendo presidente municipal de Culiacán, pero no creo que haya gastado más de lo que obtuvo.
La changa Romero como lo llamamos en aquellos tiempos, se convirtió en extraordinario estudiante de la carrera de Derecho y Ciencias Sociales.
Durante largo tiempo fue muy vago y se quedó rezagado de nuestro avance.
Lo veo muy poco, pero le guardo un especial afecto.
De allá para acá quién sabe.
En preparatoria me pichaba la entrada al cine Avenida o Diana y después salíamos corriendo para llegar a tiempo a la clase de biología con el Dr. Uriarte.
Muy estricto el rector de la máxima casa de estudios.
No toleraba la impuntualidad.
Llegaba al aula y se paraba en la puerta hasta que entraba el último que lo seguía para la clase.
Luego cerraba y jamás dejaba entrar a nadie.
Sudando pero la changa y un servidor siempre a tiempo.
La última ocasión de mi saludo fue en la mesa de don Juan Millán y lo noté muy serio y sin la jovialidad de aquellos años.
Ya estamos viejos y quizá se nos olvide lo unidos que fuimos de estudiantes.
Sin embargo, la changa Romero goza de mis afectos.
A propósito del Dr. Uriarte, sus disertaciones nos dejaban con la boca abierta y podían pasar horas y queríamos seguirlo escuchando.
Jamás pensé en estudiar medicina, pero hay maestros como el ex rector Uriarte que convertían las enchiladas en pavo al horno.
En la facultad de Derecho, el Lic. Alberto Sánchez Gonzales faltaba con mucha frecuencia, pero a su llegada, nos encerrábamos por horas sin querer abandonar el aula para seguirlo escuchando.
Así era el Dr. Uriarte.
Creo que la changa Romero podía haber sido un extraordinario catedrático y me hubiera gustado escuchar sus clases.
Su papá era catedrático universitario de Literatura y no he conocido otro que nos hablara y nos interesara en los infantes de Carreón y el Cid Campeador.
Una verdadera maravilla era escucharlo.
Cuando la changa Romero era presidente del Supremo Tribunal de Justicia, en los eventos donde participaba, a la pasada me decía pendejadas y luego me advertía que no podía faltarle a la investidura delante del Gobernador.
Eran bromas sanas y afloraba la sonrisa.
Somos de la misma edad.
Pero luce como chango viejo.
Se le acabó el brillo de los ojos.
O de plano le valió madre mi saludo.
No importa, sigue gozando de mis afectos y consideración.
Hasta mañana.
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.