Para dar pena nacional ver a Omar García Harfuch en ridículo por pinocho y desvergonzado.
Se supone que es el responsable de la seguridad pública en el país, pero incumple sus obligaciones y se burla de todos los mexicanos.
Sinaloa suma más de cien días en medio del terror y de la barbarie, con un gobernador asesino que goza de total impunidad ante la protección de la presirvienta Claudia Sheinbaum Pardo.
Esto es demostración inequívoca de que a los de la cuarta transformación les importan más mantener sus complicidades con el crimen organizado.
Va junto con pegado solapar a sus narco políticos, porque algunos de ellos conocen al detalle muchas de las porquerías de los que fingen no mentir, no robar y no traicionar.
García Harfuch amaneció ayer muy optimista declarando ante periodistas que el gobierno le está poniendo una paliza a los narcos.
Que han detenido a tantos, asegurando montones de vehículos y armas; presumió que la capacidad de pelea de los criminales se redujo considerablemente.
Resaltó que el lunes pasado, según la estadística oficial, no hubo un solo asesinado en todo Sinaloa.
Nomás le faltó repetir el “todo está tranquilo”, que tanto se le criticó a Rubén Rocha Moya.
El problema es que Sinaloa está en llamas, con más de mil asesinados y desaparecidos.
Cientos de vehículos despojados, gran número de particulares asaltados y empresas saqueadas.
Casas y negocios incendiados, casi sin descanso.
Y a pesar de la tragedia permanente, Harfuch se muestra como otro narco político miserable.
Ya había mostrado sus valemadrismos y sus irresponsabilidades durante una visita oficial que hizo hace pocos días, pero ayer se excedió con descaro en la exageración de los “logros” del gobierno.
Pocas horas después de decir que estamos casi en paz y tranquilidad, quedó en tremendo ridículo.
Los criminales a los que según tenían prácticamente en la lona, atacaron a un grupo de sus investigadores en Culiacán.
Un agente murió y otro quedó herido.
Un desafío abierto que va no solamente contra Harfuch sino contra el gobierno de Claudia Sheinbaum.
El dilema de comenzar a ser Estado o seguir siendo cómplice del crimen organizado.
Se señaló ayer mismo que la orden fue directa por parte del jefe principal de los Chapitos.
Que el operador fue “El mochomito”, quien recientemente fue detenido pero liberado a cambio de un soborno o de un “acuerdo”.
Los abrazos no balazos y el amor con amor se paga, que los criminales burlaron ayer.
García Harfuch hizo acto de presencia casi de inmediato en el lugar del ataque, y aseguró que los responsables serán castigados.
Que no habrá impunidad, bla, bla, bla.
Como si no supiéramos que es parte activa de la protección al gobernador de Sinaloa.
Rubén Rocha mató a Héctor Melesio Cuén Ojeda, y el gobierno federal está perfectamente enterado.
Eso de combatir la impunidad, pues, es otra de las falacias de la putrefacción de cuarta.
En medio de los atoles de la supuesta pacificación y combate a la violencia, se confirmó que la presidenta Claudia Sheinbaum viene el domingo de visita a Sinaloa.
Pero qué cree usted.
La agenda señala una visita a Mazatlán, y nada más.
No se contemplaba que esté en Culiacán, a pesar de ser la ciudad con más hechos violentos.
Quizá por esto la agenda tan limitada, aunque no descartemos un cambio de última hora.
Es a todas luces irresponsable no estar en la principal zona de guerra, donde más se necesita.
Hay que decir, aunque parezca prosaico, que a la presirvienta se le frunció.
Y aunque modifiquen la agenda y sí venga a Culiacán, su pánico ya quedó en evidencia.
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