Se acercan las posadas y otras fiestas decembrinas

¿Nos dejarán en paz los Chapitos y Mayos?

La ciudadanía empieza a repudiar a los dos bandos.

El asesinato de gente inocente que se opone a los despojos de sus vehículos ya rebasa la tolerancia.

Las tradicionales posadas que eran después del día de la virgen de Guadalupe, se han ido modificando y algunos las programamos para los días seis y ocho de diciembre.

Es un mes de mucho jolgorio y sería muy lamentable que no nos dejaran celebrarlas como en todos los años.

El ya basta es un grito ciudadano.

Nuestros niños querrán sus regalos de navidad y con todos los agarres nos da pánico salir de compras.

Las autoridades deben blindar Culiacán.

Dicen tener elementos suficientes para ello, sin embargo, los hechos criminales siguen dándose y en ocasiones ante la mirada de policías que no intervienen por miedo a ser ejecutados.

¿Los fieles que acuden en la noche del once de diciembre para rendir culto a la Guadalupana en la lomita, podrán acudir este año con la certeza de volver a casa sin ser atacados por los criminales?

No es cualquier cosa el riesgo.

Salir de noche es cosa que se encuentra muy lejano para el ciudadano común que gusta de divertirse en compañía de la familia.

De día caminamos con el Jesús en la boca.

Las posadas son para ponerse alegres y brindar con nuestras amistades por lo que nos dé la gana.

Se baila y canta y se cena y las mandarinas y cacahuates inundan las mesas al alcance de los asistentes.

Chapitos y mayos se han convertido en odiosas molestias para todos los que nada tenemos que ver con la delincuencia.

La autoridad debe asumir su responsabilidad y darnos la protección que requerimos para gozar nuestras festividades.

Es increíble el pánico que causan las ráfagas de metralletas.

Pensamos en nuestras vidas y la de nuestros hijos y nietos y maldecimos la hora en que fue provocada esta infame situación.

Que se peguen en su madre Chapitos y Mayos lejos de nuestro entorno y que dejen de ordenar los despojos de nuestras pertenencias motrices.

Vomito cuando pienso en Andrés Manuel López Obrador.

Abrazos y no balazos.

Que chingonería vivir protegido en Palacio Nacional por las guardias presidenciales y decirnos que todo estaba en paz.

Dejó el rancho en las manos de criminales y es hora que no pueden parar sus acciones que trastocan la sana paz.

Donde quiera que se encuentre Andrés Manuel le mando un estruendoso “CHINGUE A SU MADRE”

Dejó hecha pedazos nuestra seguridad con sus pendejadas de abrazos y no balazos que tanto proclamaba desde Palacio Nacional.

De nuevo que vaya y chingue a su madre.

Fundillón y corrupto.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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