En la noche del 29 de los corrientes mes y año, en la ciudad de Uruapan, Michoacán, asesinan al periodista Mauricio Cruz Solís.
Para nada me gusta escribir de este tipo de eventos. Lo hago esta vez para dejar constancia que ya le mancharon la plana a la señora presidente y a Omar García Harfuch que es su Secretario de Seguridad.
El joven reportero tenía su portal Minuto por Minuto y acababa de entrevistar al presidente municipal. Al quedar solo en la oscuridad de la calle fue abatido a balazos por individuos del crimen organizado.
La delincuencia organizada es como los vendedores de sandías, ya le dio su probadita a la primera autoridad de México.
Omar García Harfuch es hombre de pelea y al parecer no gusta de los abrazos para combatir al crimen.
No puede tirarse a fondo en contra del expresidente Andrés Manuel, pero sabe que ese tipo de estrategias no funcionan.
Se le puede dar educación a los niños y jóvenes, proporcionarles mejoras en su economía o darles mejor salud, pero sin la cobertura de los cuerpos de seguridad pública todo cae por los suelos.
No esperó mucho la delincuencia para matar un periodista y mandarle un mensaje de violencia e impunidad a Claudia Sheinbaum.
Lo repito, no es mi fuerte la nota roja.
Sin embargo, este asesinato invade todas las esferas del gobierno federal quienes reciben el primer reto en el gremio periodístico.
Veremos el comportamiento presidencial.
No quitaremos los ojos de García Harfuch.
Será para analizar el modo de conducirse y compararlo con las políticas del que la antecedió.
Impunidad o castigo.
No hay más vueltas en las ruletas oficiales.
Autoridad o delincuencia metidos en la misma tómbola.
Veremos quién es quién.
Puede que sea un tonto, pero tengo esperanzas que con García Harfuch las cosas serán diferentes en nuestro país.
Conoce muy bien el asunto de la delincuencia y las maneras más efectivas para combatirlo o aplacarlo.
No tengo idea de los planes para Sinaloa.
Nos urge que los grupos de Mayos y Chapitos dejen de masacrarse y causar el horror entre los ciudadanos comunes que ninguna culpa tenemos de sus diferencias.
Nuestros hijos necesitan vivir su vida sin el riesgo a quedar tendidos en las calles de nuestras ciudades.
Levantones y asesinatos los hay diariamente en Culiacán.
Dejan la marca pintada en los portones de las residencias violentadas.
No sabemos qué hacer para quitarnos el miedo.
Espero, y ruego a Dios, para que en los panteones no se desate la violencia al encontrarse los grupos para honrar a sus difuntos.
El día de muertos a la vista.
Hay un gran riesgo.
Hasta mañana.
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