Luís Alberto Díaz me alertó sobre lo que ocurría en diferentes puntos de la ciudad de Culiacán.
Contra las balaceras nada puedo hacer y no soy de los que voy a ellos ofreciéndoles abrazos.
Camionetas abandonadas que parecen coladeras por el número de impactos que reciben y que han sido robadas para estas violentas ocasiones.
Mi rutina se vio interrumpida y mi café mañanero en La Finca de Cosalá lo dejé para una mejor ocasión.
Algunos amigos me alertaron para que no abandonara la seguridad de mi hogar y yo trasmití a otros el aviso preventivo.
Me llegaron notas muy ingeniosas:
“Me acosté el domingo y amanecí el jueves”
Nadie olvida los culiacanazos que acostumbran darse en ese día de la semana, pero sin dejar de existir enfrentamientos a cualquier hora y momento.
Mi rutina se está viendo afectada por otra rutina.
“Cuidar el pellejo vale por muchos cafés que nos queramos tomar”.
Dicen que lo del Mayo Zambada es lo que propicia los enfrentamientos y la verdad que ignoro ese tipo de aconteceres.
Hay quienes son expertos en la materia y a ellos dejo los comentarios policíacos y para nada interfiero con puntos de vista.
Nadie me pide mi opinión y tampoco la ofrezco al mejor postor.
Afirman que hay guerra entre los Chapitos y la gente del Mayo.
Debo suponer que es verdad por la cantidad de parque que gastan y el nivel de los calibres que emplean.
Me cuentan que un calibre 50 fácilmente puede derribar un helicóptero o una nave aérea de regulares dimensiones.
Veo las fotos de los casquillos y me doy cuenta, de que los abrazos del Presidente de México, para nada sirven en contra de los balazos de los señores de las poderosas armas.
Imagínense una bala de R-15, 7.62 o calibre 50.
Los que quieren pelear contra sus adversarios de actividades, o de las autoridades que para nada respetan, van decididos a matar o morir por la causa de los que les dan cobijo, dinero y drogas.
Los abrazos de Andrés Manuel sirven para cantar corridos, donde se pitorrean del presidente y disparan al aire para festejar su jubilo.
Así tendremos que vivir los culichis.
Nuestro refugio es el hogar y nuestra defensa la prudencia.
El Ejército y la Guardia Nacional son membretes pintados en camionetas que no intimidan a la delincuencia organizada.
A los que portan poderosas armas, les encanta salir a divertirse disparando en contra de los uniformados y les dejan de regalo las camionetas baleadas.
Los jodidos somos los ciudadanos.
Somos gente de paz y no andamos buscando camorra.
Queremos proteger a la familia, y por desgracia nuestras autoridades tampoco se sienten a salvo. Muchas veces se esconden en sus cuarteles hasta que los disparos cesan y poder rendir el parte de novedades.
Otra mañana que se me echó a perder.
Hasta mañana
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