Mi querida y tranquila ciudad de Los Mochis

Muy orgulloso Gerardo Vargas Landeros por ese reconocimiento a la ciudad como una de las más seguras del País.

Amo a Los Mochis y mis mejores tiempos los viví intensamente desde mi llegada en 1967.

21 años de edad y con un chingo de ganas de la sana diversión y en verdad que lo logré a plenitud.

El día primero de julio arribé a la ciudad que Benjamín Johnston fundó en derredor del ingenio azucarero que ya no existe.

Llegando y levantando ampolla.

Mis primeros honorarios se quedaron en los mejores centros de diversión de la ciudad y por supuesto que en los restaurantes de moda de aquellos tiempos.

Comida, bebida y mujeres, jamás faltaron.

Todo lo que gocé fue en debida forma y mi juventud y entusiasmo lo compartí con las bellas mujeres de la región de Ahome.

25 años de sentirme amado por Los Mochis. Jamás pensé que saldría hasta que fui invitado a formar parte de la campaña del Ing. Renato Vega Alvarado y me quedé en Culiacán en calidad de Director de Relaciones Públicas del gobernador.

Aclarando que nací en Culiacán y al parecer mi destino es concluir mi vida en esta alborotada ciudad.

Vendí periódicos de Chamaco.

El diario de Culiacán y La Palabra.

Luego llegó el Sol de Sinaloa y también le entré como vendedor.

La vida me llevó a escribir en El Diario de los Mochis una columna llamada Radar y me gustó el asunto de teclearle a mi maquina Remington.

En Así es la Política me pasé varios años en los que ayudé a mi casi hermano Ramiro Valenzuela hasta su muerte.

Fuimos muy unidos.

Luego fundé mi propia revista, que según el decir de muchos, fue la mejor por los diez años que la mantuve en circulación.

El asunto de la escribidera se le mete a uno en las venas y fluye la adrenalina con las cuestiones que se tratan en el periodismo.

Pasaron los años y aquél muchacho inquieto y ávido de aventuras y el placer mundano, dio paso a un hombre de 79 años que ahora se refugia en los remansos de la edad tercera.

Claro que extraño mis años mozos.

La tonelada de pastillas mañaneras y de la tarde me recuerda las piedras que llevo sobre el lomo.

Los recuerdos solazan mi existencia.

No queda de otra.

Los viejos servimos para tres cosas.

Para nada, para nada y para nada.

Colorín colorado.

Me tomaré dos días de vagancia.

Nos vemos el próximo lunes.

Quizá hasta el martes.

Ya veremos.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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