Pero no lo condeno.
Antes de la señora Xóchitl Gálvez, mis preferencias para la presidencia de México estaban cifradas en el Secretario de Relaciones Exteriores.
Irradiaba gran personalidad en los ámbitos internacionales y nos cubría la idea que sería un gran presidente.
Ahora entiendo por qué se dobló.
Supo de lo que se cocinaba para esta elección presidencial y entendió perfectamente que nadie se le podría enfrentar a Andrés Manuel.
No se brincó las trancas y le rindió pleitesía al jefe del Estado mexicano.
En aquél tiempo me sentí defraudado.
Mi pensamiento llegaba a la conclusión que su rebelión hubiera tumbado al movimiento oficialista.
Le doy la razón.
Cuando surgió Xóchitl Gálvez y el movimiento ciudadano de la marea rosa, nos llegó la refrescante brisa que nos hizo concebir grandes esperanzas y nos lanzamos a una lucha pacífica para sacudir las conciencias de los mexicanos.
Marcelo sacudió el costal de morena pero no arrojó el contenido a la basura, tal y como pensamos que sucedería.
Se asomó al interior del costal y se convenció que no había poder humano para enfrentar al dueño y señor de Palacio Nacional.
Lo mandaron llamar y se cuadró sin oponer argumentos.
Colgados de la brocha quedaron miles de seguidores que a pie juntillas afirmaban que Marcelo estaría en las boletas para presidente.
No me asocié a nadie, pero fui uno de sus seguidores y por lo tanto también quedé sin escalera y a media pared y cayendo.
Fue mi gran decepción y después del dos de junio le devuelvo mis respetos pero no creo poder seguirlo para el 2030.
A mi edad no se tienen proyectos de largo metraje y dedicamos nuestro tiempo a pasarla lo mejor posible en espera de rendir cuentas al creador.
Seguiré escribiendo lo que se me ocurra y me seguirán leyendo los que de alguna manera gustan de alinearse a mis ideas o también a criticar mis desvaríos.
Marcelo Ebrard será Secretario de Economía con Claudia Sheinbaum y pudiera ser tomado en cuenta para la elección siguiente.
En política nada hay escrito y las plumas que escriben se encuentran en una sola mano que rubrica la decisión.
Andrés Manuel nos enseñó que es una potencia electoral y nos hizo pedazos a los que considera adversarios.
Siempre diré que repudió al presidente por fomentar la destrucción del concepto de Nación.
Su perversidad es haber quebrado la unidad de los mexicanos y nos convirtió en seguidores y enemigos.
México somos todos y ningún presidente tiene derecho a destruir la hermandad ciudadana por su capricho.
No pienso igual que los seguidores de Morena, pero de ninguna manera los odiaré por no estar de acuerdo conmigo.
Somos una nación de libertades y así quiero que siga siendo.
Marcelo mi gran decepción y ahora lo entiendo.
Hasta mañana.
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