Mi presidente no me quiere y yo tampoco

Me pregunto, una y otra vez, qué pecado cometí para ser excluido de los afectos presidenciales. Llego a la extraña conclusión, que mi rechazo es causado por tener la osadía de analizar su manera de gobernar.

No me considero inteligente, pero tampoco soy una papa asada.

Me gusta reflexionar, aunque me cueste más trabajo que a otros el hacerlo.

Las tablas de multiplicar del uno al cinco las medio domino y del seis a la del doce me remueven el corcho.

La gramática no es mi fuerte y acudo a San Google para no meter la pata.

Ser dócil no es característico en mi persona.

A golpe de remo he aprendido a escuchar a otros.

Mi presidente Andrés Manuel no es una lumbrera científica y la tabla del dos le causa tartamudeos.

Se le dificulta escuchar.

Sus peroratas son de horas y no gusta de interrupciones o preguntas que lo incomoden.

Hasta este punto puede que me identifique con el sagrado peje lagarto de Tabasco.

No me gusta guardar resentimientos que me lleven al odio y la venganza.

Cuando llegan malos pensamientos que me producen malestares intensos que me cortan la respiración, busco al causante de ellos para explicarle lo que me pasa y buscar una conciliación.

Miento, no lo hago siempre.

Hay dos que tres que me producen nauseas cuando los tengo cercanos.

El caso de Andrés Manuel es alarmante y sumamente peligroso.

Es el presidente de México y tiene el garrote en la mano.

Odia a los que no lo veneran.

Son muchos millones a los que detesta.

Que piensen es causa de su rencor.

Que lo cuestionen lo enloquece y su pretensión es aplastarlos.

La cercanía del termino de su mandato lo lleva al paroxismo de sus malestares del alma.

No tiene la seguridad de lo que será el siguiente gobierno.

Ni siquiera ganando su corcholata se puede alejar tranquilo de palacio nacional.

La política es de grandes lealtades y traiciones.

Xóchitl Gálvez amenaza con ganar la elección.

Causa terror en los sueños de Andrés Manuel.

La balanza electoral no luce inclinada como pretenden que la veamos los del mundo oficial.

Xóchitl alcanzó a Claudia y los votos ocultos le pueden dar el triunfo.

Mi voto es de Xóchitl.

Hasta mañana.

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J. Humberto Cossío R.

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