El cuerpo y la sangre de Cristo

En un momento de la liturgia del culto de la Iglesia Católica, apostólica y Romana, el sacerdote bendice la hostia que representa el cuerpo de cristo y lo mismo hace con el vino de la consagración.

Es uno de los momentos más esperados por los feligreses para formarse y recibir la hostia.

El oficiante de la misa parte una de las obleas consagradas, la lleva a su boca y la pasa ayudándose con el vino que ha sido convertido en la sangre de Cristo.

Nunca lo había visualizado:

Si alguien engulle el cuerpo de Dios, en automático se convierte en uno más de los que gustan comer carne humana.

El sacerdote nos muestra la manera de hacerlo y en ese instante se puede pensar en la antropofagia.

Se come parte del cuerpo de Cristo.

Luego bebe la sangre de Cristo y ahí pudiéramos pensar en el vampirismo legalizado por la voluntad divina.

Respeto a mi religión y solo hago observaciones.

Hasta aquí de las iglesias.

Encuentro, que aunque parezca ciencia ficción, se tienen detectadas miles de personas que consumen sangre humana.

Forman congregaciones con el objetivo del consumo grupal de la sangre y hay quienes donan la propia para satisfacer la sed de sus compañeros.

Se sabe también de grupos consumidores de carne humana y son un verdadero peligro para las costumbres civilizadas.

Prefieren la carne tierna y buscan satisfacer su apetito con la carne de niños o jóvenes adolescentes.

Se conocen costumbres tribales de comerse a los contras de sus guerras y para ellos es lo más natural y delicioso.

Vampirismo y antropofagia son conceptos que nos causan temor de solo pensar que pueda darse en los tiempos modernos.

Simbólicamente los sacerdotes son antropófagos y vampiros.

Pudiéramos decir que también son hechiceros, al transformar la hostia en el cuerpo de Cristo y el vino en la sangre de la deidad que se invoca.

Son rarezas de mi religión y sin darme cuenta he sido antropófago y por un pago que no daña nuestra economía, pudiera tomar el vino consagrado y en automático engrosar las filas del vampirismo religioso.

Recomiendo una buena ensalada con pan de ajo y aceite de oliva.

No me imagino comiéndome una bella nalga y pasando la carne con una generosa ración de vino tinto.

Divagaciones que tiene uno.

Ustedes perdonen si les pongo en consideración el vampirismo y antropofagia que practicamos en la misa.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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