La llegada al paraje

Así se llama al sitio que escogen los cazadores para establecer su cuartel general en los montes donde los venados abundan.

La primera tarea es barrer perfectamente donde quedarán los tendidos y evitar que algún alacrán se cuele por las noches.

Luego la fogata.

Se muele ajo y se esparce por todos lados para mayor seguridad.

Que noches tan serenas pasé por varios años y bajo los tendidos me quedaba viendo

los millones de estrellas del firmamento.

Nunca observé nada inusual.

Solo estrellas y un que otro avión que surcaba el espacio con rumbos diferentes.

Después de la cena en el paraje, las grandes historias fluían alegremente y a los novatos nos llenaban de emoción.

Ni siquiera sabía lo que me esperaba al día siguiente.

Nunca aprendí a caminar en el monte. Tenían que dejarme en cualquier sitio y pasar por mi para la vuelta al campamento.

Era un duende.

Así llaman al que sigue a otro y eso si aprendí con rapidez.

Si mi compañero paraba su camino de inmediato me quedaba quieto.

Nunca fui un estorbo, pero cazador experto jamás.

Los alimentos en el monte son fantásticos.

Tamales dorados en las brasas con todo y su envoltura.

Tortillas gordas con manteca de res que chillaban en la lumbre y que jamás he vuelto a saborearlas.

Los frijolitos refritos saben diferente.

Mi prueba de fuego cuando me dejaron en el campamento para que preparara la comida y por poco y me linchan.

Jamás volvieron a encargarme que cocinara.

Si maté venados y ahora me arrepiento.

En varios años solo fueron cuatro y de ahí saquen conclusiones.

De mi propiedad fueron dos potentes armas.

Un 222 vernon y un 30-06.

Los dos contaban con telescopio y al retirarme de la cacería los vendí.

Extraño esas noches divisando las estrellas.

Añoro los banquetes en el paraje.

Nunca volvería a dispararle a un venado.

Pero me sueño caminando por las brechas y subiéndome a los árboles para esperar los animalitos.

Las tortillas con un puño de chiltepines saben exquisitas.

Había botellas de mezcal para el frio y yo llevaba mi inseparable whisquie.

Muchas fantásticas historias en el campamento.

Ningún cazador es bueno, si no tiene nada que contar alrededor de la lumbre.

Los lomos del venado son increíblemente sabrosos.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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