=Coalición local, oficial; de facto, a nivel federal
=Tendrá candidatos a alcaldías y diputaciones
=¿Qué tanto pediría Cuén a los líderes nacionales?
=Inexplicables los criterios utilizados por la coalición
=Va el PRI, por 14 senadurías, de primera minoría
La duda que todavía asaltaba a más de alguno, quedó disipada por completo: el Partido Sinaloense, que preside Héctor Melesio Cuén Ojeda, formará parte, aquí en Sinaloa, del frente amplio opositor, llamado ahora “Con Fuerza y Corazón por México”.
Así, la versión que desde algún tiempo atrás corría con mucho brío por todas las esferas políticas de la entidad, fue confirmada, aquí en Culiacán, por los dirigentes nacionales de los tres partidos coaligados (Alejandro Moreno, PRI; Marko Cortés, PAN y Jesús Zambrano, PRD) así como por el propio presidente del PAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda.
En lo local, la alianza tendrá carácter oficial y tendrá que ser registrada ante el Instituto Electoral del Estado de Sinaloa, en los tiempos previstos dentro del calendario correspondiente. Por allá a fines de diciembre del año en curso.
En lo federal solo será de facto puesto que el registro del PAS como partido político únicamente tiene vigencia en la entidad.
Esto quiere decir, simple y sencillamente, que en la postulación de las 20 candidaturas a presidencias municipales (con sus respectivas regidurías y sindico o sindica procuradora) y a las 40 diputaciones locales (24 de ellos por el principio de mayoría relativa y 16 por el de representación proporcional), “Con Fuerza y Corazón por México” tendrá que considerar, necesariamente, a las propuestas del Partido Sinaloense.
Para la selección de las candidaturas a las dos senadurías y a las siete diputaciones federales, desaparecerán las siglas del PAS; pero, previo acuerdo, alguno de los tres partidos aliados si puede postular como candidatos suyos (o candidatas) a militantes del PAS.
Esta no será la primera vez en la que el nombre de Héctor Melesio Cuén Ojeda se ligue al Partido Revolucionario Institucional, por ejemplo. Incluso, bajo estas siglas participó en las elecciones locales de 2010 como candidato a la presidencia municipal de Culiacán, única que ha ganado en las urnas, por cierto.
Pendientes.
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Y bien.
La anexión del Partido Sinaloense a la coalición ahora llamada “Con Fuerza y Corazón por México” constituyó la culminación de negociaciones previas que implican un compromiso expreso de otorgarle al PAS un determinado número de candidaturas a presidencias municipales y diputaciones locales y a lo mejor hasta una posibilidad de diputación federal.
Esto es absolutamente normal en la integración de una coalición y los acuerdos no solo quedan plasmados por escrito sino que se registran ante el Instituto Electoral del Estado de Sinaloa.
Aquí viene lo importante.
Héctor Melesio Cuén sabe pedir, exigir y negociar, bajo el argumento de que el padrón electoral de su partido cuenta con 160 mil afiliados, debidamente reconocidos por la autoridad electoral.
Para muestra de que sabe pedir ahí están los acuerdos pactados con la dirigencia nacional de MoReNa para los comicios del 2021, que se tradujeron en ocho diputaciones locales con únicamente 90 mil votos contabilizados en las urnas, además de regidurías en los 18 ayuntamientos del Estado. Sin ese acuerdo, apenas y si le hubieran alcanzado para un par de curules de representación proporcional en el Poder Legislativo.
De ahí la pregunta obligada:
¿Qué pediría Cuén y que tanto le van a conceder las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD, en desacuerdos recurrentes por el reparto de candidaturas precisamente?
Si ese pacto anunciado este jueves 21 de noviembre se mantiene -porque así como ya se firmó igual y se rompe en cualquier momento, como sucedió en 2016, por ejemplo – seguramente habrá algunas candidaturas a diputaciones locales y presidencias municipales y a lo mejor hasta eventuales victorias con los votos de los cuatro partidos porque Cuén es bueno para pedir y seguramente eso hizo ante las dirigencias de los partidos del bloque opositor.
Salvo su mejor opinión, amigo lector.
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Por cierto.
Si advertimos que aquí en Sinaloa el reparto de candidaturas a diputaciones federales no correspondía a la verdadera correlación de fuerzas entre los tres partidos del bloque opositor, igual se advierte a nivel nacional con un PRD en modo “ganón” y con un PRI con posiciones preasignadas por encima de sus reales expectativas en las urnas electorales.
Las cuentas son fáciles de hacer.
En la actualidad, el PAN tiene 41 asientos en la cámara, de 300 de mayoría relativa, lo que representa el 14 por ciento del total.
El PRI, 11, para 4 puntos porcentuales.
Y el PRD, solo 7 para un más triste todavía 2 por ciento.
En teoría, las 300 candidaturas a diputaciones de MR deberían asignarse bajo esta correlación de fuerzas; pero no fue así.
De 253 distritos en los que estarán en coalición -porque hay algunas demarcaciones en las que los tres partidos competirán por separado – el reparto fue el siguiente:
Para el PAN, 98, que representan el 38. 7 por ciento.
Para el PRI, 96, el 37. 9 por ciento.
Y para el PRD, 59, el 23 por ciento.
Claramente favorecidos tanto el PRI como el PRD, al menos en el siglado de candidaturas, en una distribución incongruente que en cuanto a resultados electorales nada garantiza, por supuesto.
Y en candidaturas al Senado de la República, un absurdo criterio similar con 14 primeros lugares en fórmula para el PRI; 13, para el PAN y 3 para el PRD, en un escenario que ya le abre las puertas de la cámara alta a quienes resulten favorecidos, bajo el principio de primera minoría, excepto en aquellos estados controlados por Movimiento Ciudadano, con un pequeño porcentaje, desde luego.
Todo esto, que parece absurdo, tiene una explicación:
Ya, desde el año pasado, cuando las definiciones en las candidaturas priistas a los gobiernos del Estado de México y Coahuila, no fue casual que el PAN cediera tales posiciones así como así. Quedó pactado, desde entonces, que todavía habría más candidaturas a las cámaras tanto para el PRI como para el PRD, a cambio de que el PRI respaldara al blanquiazul tanto en la candidatura presidencial como en la de la jefatura de gobierno de la ciudad de México.
Y eso precisamente es lo que sucedió, con el surgimiento de Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, respectivamente. ¿Qué Xóchitl no es panista, dicen? Ha sido su partido de siempre.
Hubo quienes fingieron demencia y hasta se prestaron para la celebración de un proceso interno -para la presidencia y para la jefatura de gobierno – a sabiendas de que las definiciones ya estaban tomadas, de antemano. Que hagan un poco de memoria. Solo eso.
En fin.
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Y hasta aquí por hoy. Nos vamos ya. Cuídense mucho y Dios los bendiga. Ahora y siempre…
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