Sin duda alguna se puede afirmar que en el campo de la política y del poder hay rasgos de perversidad y de maldad, siempre voluntaria, que daña al ser humano. Eso es innegable.
Históricamente se han dado casos de gobernantes, de personajes públicos que han ejercido el poder con dolo o saña, justificando, minimizando o provocando la muerte de miles de personas por las decisiones que toman desde su posición política. Todo tiene un costo.
Nada es gratuito. Nada es circunstancial. Todo está bien pensado. Lo hacen a conciencia.
Desde una perspectiva teológica, pero centrada en el campo del poder público, especialistas en el tema destacan algunas características que poseen estos líderes y gobernantes, motivados por un sentimiento claramente inhumano (ya no digamos anticristiano).
Los rasgos más peculiares en estos personajes de la vida pública son comunes en ellos y no les importa ocultar sus sentimientos de perversión, entre ellos la insensibilidad:
1) Parecen gozar del dolor de las personas. A mayor dolor, mayor disfrute. Hay gobernantes que justifican y toleran prácticas de dolor y hasta de tortura en sus países y no mueven un dedo para detenerlas. Los actos de omisión, hacer como que “no pasa nada”, los caracteriza. El crimen organizado, la delincuencia voraz, la ausencia de un sistema de salud y de seguridad adecuados, serían claros ejemplos.
2) Su blanco preferido: las mujeres. El tráfico de personas, la trata de blancas, la agresión y violencia constante a las personas de este sexo, son lugares comunes para estos gobernantes. Desde su posición de poder lo permiten, lo toleran y hasta lo protegen. El caso de los miles de mujeres violentadas (feminicidios) sería un claro ejemplo.
3) Niños y adolescentes, otro referente. La pederastia y la pedofilia, el maltrato infantil, el abandono y explotación de los menores de edad, la comercialización de niños y niñas son prácticas que no se detienen, que aumentan considerablemente. Desde su posición de poder no ponen freno a estas acciones que se potencian como en mercado. Incluso se involucran por interés propio.
4) Los vulnerables, nada importante. El abandono a los más necesitados es otro de sus rasgos predominantes; por ejemplo, cientos de jóvenes desaparecen frecuentemente y son hallados muertos en condiciones aterradoras. No se sabe de ellos. Las carpetas de investigación se acumulan por montones. Los desaparecidos no les dice nada. La demagogia impera. Ven a los más vulnerables como sus “mascotas”.
5) Rituales y prácticas secretas u ocultas. Muchos de estos personajes públicos forman parte de sectas, de grupos ritualistas, que con tal de mantener o acrecentar su poder ofrecen en “sacrificio” vidas humanas. Son prácticas espiritualistas, incluso de corte satánico, a los que se someten en aras de disfrutar lo más afrodisiaco del poder. Se sabe cómo se denominan estas prácticas ritualistas, cada vez más en boga.
Ahora que toda la gente está pensando y hablando de las elecciones del 2024, sería bueno que reflexionen, que mediten el tipo de gobernantes que quieren para su estado, para el país.
Las acciones, los hechos altamente negativos que se han visto durante sexenios, sin importar el partido político que arribe al poder, debe motivar a los ciudadanos a hacer una mejor elección de sus gobernantes.
No se trata únicamente de ver si son marrones, rojos, verdes, amarillos o azules los personajes públicos que llegan a las posiciones de poder, sino de valorar si son las personas adecuadas para frenar tanta violencia, tanta maldad, tanta irracionalidad que padecen los mexicanos.
GOTITAS DE AGUA:
“Por sus frutos los conoceréis”, apuntan los libros sagrados de manera acertada, lo cual debe motivar a todos los ciudadanos -y muy en especial a los cristianos-, lograr la mejor elección este 2024.
A menos que se quiera seguir padeciendo los crímenes, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la pederastia, la violencia desatada en los últimos tiempos.
Los ciudadanos deben recordar que poder y maldad, política y bondad van de la mano. Cada quien elige lo que quiere. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…
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