La historia no es un hecho aislado basado en un momento. No existe texto sin contexto. Pueblo, pueblo, pueblo. Somos el pueblo. Nada sin el pueblo. Todo con el pueblo. Así como es conveniente y menester terminar con los que abusan de la buena voluntad del pueblo, hay que saber que ningún pueblo puede vivir ni triunfar sobre sí mismo si existe una división y enfrentamiento entre dos o más partes que lo conforman.
En el pasado, Abraham Lincoln hizo una declaración sobre que su gobierno era el “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, frase e ideología que, no sé si exitosamente no ha parado de presumir el líder mexicano. El pueblo como escudo, razón de ser y como único destino que enarbole todos nuestros sacrificios, aciertos y errores. El discurso que ha manejado desde antes de que portara la banda presidencial no es uno de integración, él no cree en la integración. Él es un profeta radical que cree que su misión no es otra más que la de encontrar a los buenos y exculpar y quitar a los malos.
A herrojados no de los muros de la verdadera religión y verdadero Dios, sino a herrojados del futuro por la espada flamígera de quien todo lo hace y todo lo ve. Lo que tenemos que hacer es construir una alternativa u oposición que tenga sentido y sea capaz de llevarnos a abrir las puertas del futuro.
Y eso empieza por “la exclusión de las limpiezas étnicas-sociales”. Ha resultado muy interesante observar el repentino cambio que hay en el enrarecido y turbio movimiento de quienes aspiran a ser el o la elegida para protagonizar la sucesión presidencial. Desde la irrupción de Xóchitl Gálvez en el apacible jardín en el que contaminaban y sonreían admirando las pintas callejeras con sus respectivos nombres, o quizá sonriendo al contemplarse en los anuncios espectaculares, el panorama ha cambiado de tal manera que nuestro inquilino de Palacio Nacional se ha convertido, una vez más en el mejor coordinador de sus campañas.
A mi criterio, mientras las llamadas “corcholatas” se debaten en sus propios pantanos, vaya que tienen tareas complicadas para generar una imagen que resulte atractiva y carismática. Los fuegos artificiales de la retórica presidencial son apenas un atisbo de lo que se avecina en los próximos meses, días en los que desde el púlpito de la arrogancia se seguirán lanzando infundios y se atizará la parrilla que ha sido muy bien capitalizada por los protagonistas del actual sexenio. Para tirios y troyanos exacerbar la polarización será uno de los mejores recursos. La ligereza con la que se enciende el fuego siempre acaba muy mal cuando el combustible es el populismo se les regala cajetillas de cerillos a sus voceros.
Con facilidad y ligereza se van sembrando declaraciones y mentiras que se defienden como verdades absolutas en un contexto electoral que, en el papel, aún no inician. Menudo trabajo el que tenemos por delante intentar distinguir aquello que es importante entre tanta podredumbre. Así, las ideas y las propuestas para enfrentar la realidad de un país que se fractura cada día más son las grandes ausentes en medio de discursos plagados de “continuismo”, revanchismo, clasismo e ignorancia
Mientras la realidad se planta frente a nosotros, la dejamos de ver para darle mayor importancia a quienes son piezas de un juego abalorios: darle reflectores y ser el eco de la superficialidad de sus palabras no permite que la atención se pueda enfocar en aquello que no ha sido resuelto durante este sexenio, ni en los anteriores, y solo se contribuye a que la pobreza y la violencia, entre tantos otros problemas, sean las monedas de cambio y anécdotas entre tanta miseria retórica.
GOTITAS DE AGUA:
Considero que La vida electoral parece una caja de sorpresas, pero no lo es. Por razón aristotélica o por sortilegio milagroso, cualquiera podría ganar la banda presidencial. A unos los apoya el gobierno y sus partidarios. A otros los apoya el anti gobierno y los opositores. Yo diría que están muy parejos. Todos tienen posibilidades. La historia y el futuro están llenos de maravillas políticas. Un breve ejercicio de memoria histórica no sería muy útil. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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