Entre la extinción y el reacomodo

La desbandada del Partido Revolucionario Institucional (PRI) es la antesala de su eventual desaparición de la vida pública mexicana. No es la primera vez que se avecina este escenario, sin embargo, en esta ocasión parece más una conclusión lógica que un deseo por rivalidad política; ya que, desde 2018, el PRI ha ido perdiendo desde la Presidencia de la República, hasta la mayoría de sus gubernaturas y de los municipios, mejor ni hablamos.

En el año 2000 sucedió la primera alternancia política del país, después de más de ochenta años de gobierno, por primera vez, un partido diferente al PRI llegó al poder. Los pronósticos apuntaban a que al igual que en España o en otros países que transitaron de un régimen autoritario a uno democrático, la dinámica democratizadora terminaría por extinguir al PRI.

Sin embargo, el cambio de partido gobernante no implicó un cambio en el estilo de gobernar, sino al contrario, una acentuación de prácticas desleales y antirrepublicanas en un contexto de simulación inaudito que, para variar, desembocó en una crisis de seguridad a nivel nacional por la llamada “Guerra contra el narco”.

En esta etapa de pluripartidismo con tres fuerzas políticas, el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que va de 1988 a 2018, se presentó una alianza informal entre PRI y PAN (PRIAN) que mantuvo relegado al PRD e impidió el triunfo de la izquierda en 2006 y 2012. El PRI resurgió, haciéndose llamar “Nuevo PRI”, representado por Javier DuarteEmilio LozoyaEnrique Peña Nieto, etcétera.

Desde 2018 y la formalización del PRIAN, sumado al PRD (PRIANRD), la política mexicana se ha sintetizado en dos expresiones políticas competitivas, la de los partidos del viejo régimen, y la del Movimiento de Regeneración (Morena) con partidos aliados. Lo anterior ha reducido tanto al PRI como al PRD a rémoras del PAN, y prácticamente los ha llevado al borde de su extinción, lo anterior es un dato que debe alertar, pues la desbandada del PRI, puede significar, que sus desertores busquen integrarse a Morena. Y en Sinaloa, así está sucediendo.

Ante este escenario, en Morena deberían ser más cautos, sensatos y prudentes. El partido debe permanecer abierto a la sociedad, pero deben cuidar la respetabilidad y el orden, el llamado “buen vivir” de quienes se ostenten con candidaturas, al final, lo que ha mantenido a flote el liderazgo político del Presidente ha sido su terquedad entre la verdad y la mentira.

GOTITAS DE AGUA:

Si Morena no atiende a los llamados de la sociedad, y se cuelan impresentables como candidatos, capitales como la de la ciudad de Culiacán, regresarán a la derrota en 2024; esto no es grave por una cuestión electoral, sino por las implicaciones políticas, que se ve gravemente mermado cuando regresa un gobierno de la oposición reaccionaria, nuevamente, sirva de ejemplo: Culiacán capital. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

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Benjamín Bojórquez Olea

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