Marcelo alteró las reglas

Justamente en estos días habrá que ver de qué está hecho este personaje.

La incertidumbre es parte de la democracia. En las dictaduras no existe, se dan hechos consumados, brutalmente verticales. Habla la fuerza, solamente.

La nuestra es una democracia sui generisImperfecta, claro. Perfectible, por supuesto, eternamente.

Por eso vemos esas formas retorcidas, barrocas, simbólicas en el ejercicio del poder. Sí, parchadas, medianas, no de alta calidad como se quisiera, como se debiera.

Pero por supuesto lejos de una dictadura como vociferan voces nutridas en el resentimiento, el prejuicio y la visión ególatra. Si la dictadura existiera no habría elecciones como las del Estado de México y Coahuila. No se puede censurar una y elogiar otra. Son parte de lo mismo, la forma mexicana de entender y practicar la democracia.

¿Y por qué son “a la mexicana”? Porque estamos en México, no podrían ser a la inglesa o a la finlandesa.

Todo esto viene a cuento por lo que, en estas horas, en estos días se cocina en la cúpula del poder en MéxicoMorena, dígase el Presidente, cocina la forma de la elección y selección de su candidato a la Presidencia.

Se ha visto, a lo largo de meses, una inequívoca anuencia presidencial favorable a Claudia Sheinbaum Pardo. Los tres restantes competidores tienen el aliento también, pero no la dosis de simpatía que se siente en el primer caso, aunque no sea explícita. Sin embargo, es evidente, casi tangible.

Llega la contienda a un punto de quiebre. Marcelo Ebrard se inconforma con el proceso y pasa de las protestas verbales a los hechos. Reclama piso parejo cuando, ciertamente, Claudia tiene un largo trecho avanzado en las encuestas. Su caso, el de Claudia, de origen es más ventajoso: no tiene las limitaciones del canciller, su condición de gobernadora capitalina le permite una cancha con más libertades.

La renuncia de Marcelo le dará oxígeno. Su reto es recorrer el país y en un par de meses remontar los números de las encuestas. Y luego ganar la fórmula, también con base en consultas de opinión, que hará Morena para elegir a su candidato. Está por verse la confiabilidad de este mecanismo.

A estas alturas, a mí me parece que los otros dos aspirantes, Adán Augusto y Ricardo Monreal van muy lejos, pero nada es imposible. En política, ya se sabe que los únicos muertos son los que están ya en el panteón.

Todos sabemos que en lo doméstico y en lo trascendente, la circunstancia hace al hombre. Las condiciones de un momento dado generan las características del individuo y le ponen la casaca de líder. La hechura de Andrés Manuel no se dio en unos meses, le llevó años. El carácter y estilo, la tozudez conforman a un político con su carisma popularidad, eso no es gratis, ni obra de taumaturgia o providencial.

Marcelo, con su renuncia, ya alteró las reglas que venía dosificando Mario Delgado, el presidente de Morena, siguiendo obviamente la batuta presidencial.

El gesto, sesgo de Marcelo, parece sacrílego. Es natural, es quizá su mejor y última oportunidad de buscar la Presidencia. Lo mismo opino de las demás corcholatas.

Desde ciertos círculos, comparados ambos, Claudia y Marcelo, se ve endeble o incompleta la figura de ella, esto pensando en el difícil reto actual: llenar la silla de López Obrador y lidiar con una aguerrida oposición para nada muda, aunque visiblemente débil en el marco global de la competencia.

Nadie alude su condición de mujer, sino que contrastados los dos personajes gramo a gramo, la figura de Marcelo luce más experimentada, más estructurada, más maduro en todos los sentidos. Se advierte la diferencia en calidad, no en el sexo, esto último creo que por fortuna está superado.

Marcelo en tales circunstancias se enfrenta nada más y nada menos, a la percepción generalizada de que no está en la línea presidencial y que es inevitable el choque con esa voluntad escondida o negada.

GOTITAS DE AGUA:

 

¿Qué le queda a Marcelo? Nada fácil: intentar ser el hombre de la circunstancia.

Su reto es brutal, endemoniadamente cuesta arriba. Parecerá ingenuo pensarlo, o decirlo, pero pareciera que no le queda otro destino que el estrecho camino que enseñará en tales condiciones… López Obrador.

Sí, ir contra la marea, contra las inercias, frente a aparentes hechos consumados. Retomar precisamente esas banderas que en su momento ondeó el Presidente. Tomar el reto de una rebeldía inteligente, lúcida, de fidelidad original y cambio necesario. Una suerte de osadía pensante, prudente, visionaria.

Armarse con nutrientes de calidad en todos los órdenes. Poner un pavimento duro, grueso, de principios, de razonamientos frente a conveniencias, de criterio y causas ante decisiones o inclinaciones voluntariosas.

Tiene frente a sí las fórmulas que indican la disrupción ni más ni menos. Todo eso que ha inspirado y guiado al Presidente en toda su carrera, y que le permitieron llegar a la Presidencia contra viento y marea. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

Comparte