Encadenar nuestro cerebro y caparnos para convertirnos en bueyes

Eso es lo que pretende el presidente Andrés Manuel y tiene la plena seguridad de poder realizar sus propósitos.

Me resisto a llevar candados cerebrales y tampoco levantaré mis patas para que el cuchillo desaparezca mis bolas.

Viejos mis testículos, pero mi agradecimiento es muy grande para ellos.

Ayudaron a reproducirme y me hicieron sentir que no necesito un pasaporte binario de los que ya comenzó a repartir Marcelo Ebrard.

Mi coeficiente intelectual no es el de un genio, pero no me considero entre los que califican para idiotas.

Me resisto a formar parte de la nueva clase generacional que pretende López Obrador para dejarle de herencia al que lo siga en el sillón presidencial.

Si en verdad quiere dejar el poder al termino de su mandato, acorde al texto constitucional que juró cumplir y hacer cumplir en su sexenio.

Mi lema hasta la fecha ha sido:

“Puedo ser encadenado, pero jamás impedirán que mis ideas viajen a través del tiempo y del espacio”

A un tirano pueda ser que no le importe mi filosofía.

Pero seré libre mientras tenga vida.

No quiero ser indiferente o cobarde.

Claro que mi espíritu es rebelde y hay gallardía en mis actos.

Puedo ser cauto y buscar momentos y circunstancias.

No voy a desperdiciar la fuerza de mi voto y saldré a la calle para protestar si no hay libertad para ejercer el sufragio.

Mi cerebro funciona de manera muy aceptable y no pienso renunciar a mis capacidades de discernimiento y decisiones.

Mi grito es de exigencia ciudadana y aunque el eco parece no escucharse, sigo lanzando mi voz al viento con la esperanza de ser seguido en mi mensaje.

Me niego a ser callado y reducido a la nada.

Mi obligación es aportar para que me sigan otros y formar cúmulos de pensamientos que formen oraciones libertarias.

No quiero vivir en el autoritarismo, de un gobierno que llegó legitimado por el voto de la ciudadanía, y que ahora pretende trastocar el orden constitucional del que gozamos desde muchas décadas de historia.

No quiero ser capado para convertirme en buey.

Nací libre y quiero seguir gozando de los beneficios que me otorga el humanismo de los tiempos libertarios.

“Dubito ergo cogito, cogito ergo sum”

¡Si dudo pienso, si pienso, luego existo!

Es mi máxima y la llevaré hasta mi muerte.

Mi mensaje libertario tiene destinatarios y tú eres uno de ellos.

No dejes que te reduzcan a llevar un arado en tu cuerpo.

Renuncia a ser un buey.

Sin cadenas en tus pensamientos.

Tal y como debe ser.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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