¿Enfermo o escondido, tramando estrategias para aplastar a sus enemigos?

A los que nos importa un comino lo que haga o deje de hacer el caudillo de la cuarta transformación, nos resulta cuestión irrelevante que se encierre en lo profundo de su averno del Palacio Nacional.

Sabemos que es un mañoso el nacido en Tabasco.

Alejado de la ciencia y mucho más de las artes.

Pertenece a una secta mayoritaria de mexicanos conocida como “los hijos de la chingada”.

Nació la secta en su finca campestre y le dio el nombre al rancho.

Andrés Manuel es el diablo mayor y sus seguidores son firmes como rocas de montaña y perversos venidos de Luzbel.

Puede que sí y puede que no.

Me refiero a la veracidad de su enfermedad.

A mí me vale madre si se enferma.

Ni para enfermarse o aliviarse solicita mi autorización.

Su enfermedad es la soberbia y su fuerza radica en los militares.

Maiceados a morir Ejercito y Marina y hay mazorcas de sobra para seguirlos engordando y que luzcan brillosas sus pieles.

Se desapareció López y quedó al frente otro López.

Tabasqueños ambos y con intereses muy cercanos al poder y al dinero que a disposición tienen para restregarlo en nuestros rostros.

El encargado de las mañaneras en ausencia del López electo en el 2018, causó pánico entre sus compañeros corcholatos y la corcholata con faldas.

Claudia Sheinbaum orinó la pantaleta.

Marcelo y Ricardo soltaron flatulencias a destajo.

No me gusta llamar pedos, a los aires ruidosos o silenciosos que abandonan el estómago, a través de las tuberías intestinales con horizonte final a las fosas nasales de los cercanos.

Se me hace vulgar, aunque sea pueblerina su pronunciación.

¡Que la salud del presidente es cosa de Estado!

Mmmm, puede que así sea, sin embargo, reitero que me vale una pura y dos con sal si Andrés Manuel estornuda, le duelen los huesos y le peguen calenturas.

Si estuviera presente en su estornudo, me cuidaría de decirle salud, a sabiendas que es el término que más odia nuestro mandatario.

En México si tenemos la atención hospitalaria de Dinamarca y se encuentra en las instituciones militares que es donde se encierra Andrés Manuel.

La clientela tiene grados y el Comandante supremo de las fuerzas armadas es el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

No se quejen:

Si hay manera de compararnos con esos ciudadanos dinamarqueses, si así es el gentilicio de los nacidos en Dinamarca.

“Peje, mi querido peje, ahora ya caminas lento, como respetando al tiempo”.

Insisto, que pronto lo tendremos muy renovado frente a las cámaras de la semanera y con su AK -47 repleto de balas.

Los cuatroteños, se mueren, pero no se acuestan.

Me canso, ganso.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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