El tema de Juan S. Millán Lizárraga como persona y político sinaloense ocupa mi atención en esta reflexión, pues Millán es irrepetible. ¿Cuál es la verdad sobre Millán? Quien busca realizar y encontrar esta respuesta requiere de un tratamiento más prolijo, más detallado y largo, que permita llegar a la verdad del asunto.
Veo la realidad y el ejemplo de liderazgo de Millán desde varias dimensiones, como persona, como ser social, ser productivo, y ser prolífero, sin descartar que existan más dimensiones. Millán Lizárraga como persona da sentido a su existencia al poseer plena conciencia de su dignidad, de su elevación y del valor trascendente en lo político y de su calidad humana; no se trata del hombre abstracto, sino del real, concreto, histórico, único e irrepetible. El hombre en su realidad singular es persona, tiene una vida y una historia propia, así como un alma esencialmente única, ¡es un misterio!, porque en el corazón del Licenciado Millán se encuentra lo más íntimo de su ser. Con el pleno uso de su libertad y acepta a Dios bajo cualquier circunstancia.
Al vislumbrar al ex gobernador Juan S. Millán como persona, lo veo en su dimensión social y en su relación con los demás, por ejemplo, en lo político y en el amigo fiel.
El valor social de Millán no nace solo de la admiración ante los logros políticos; el trabajo tiene un lugar en la vida política y social y en las relaciones económicas. Sin los labradores y los artesanos ninguna ciudad puede constituirse, pero ¿qué le queda al hombre mencionado de todo su trabajo y de los días de fatiga, o de la preocupación por los negocios y las noches de insomnio? En efecto, la arbitrariedad, la violencia, la injusticia y la rapacidad hacen constantemente del trabajo un peso abrumador. Y, pese a todo ello, Millán tuvo que soportar dándole amor a sus detractores, y con ello, brindar equilibrios, cercanía y gobernabilidad en torno a Sinaloa.
Juan S. Millán con un ritmo de horario agotador en la función pública, todo, bajo una vigilancia estricta, en la cual sus subordinados no podían sentarse hasta la hora de comer. Gobernaba con sentido social y capacidad de resistencia como si estuviese en un campo de concentración; aun así, Millán como gobernante fue una persona capaz de decidir, un sujeto que obra de manera racional, pues “Millán fue sujeto de trabajo y transparencia”, por ello, en su gobierno creó la Ley de Acceso a la Transparencia, con lo cual, hoy en día es el tema político más mediático y penado por la ciudadanía, por lo menos, en lo político.
En la dimensión prolífera hay que hablar de la vida pública. La experiencia, de usos, costumbres y principios, además de los constantes, graves y dolorosos problemas que ha tenido que sortear en materia de salud no se hacen esperar, pero el ahínco y las ganas de vivir pudieran pensarse, en un hombre con gran fuerza de voluntad. Lo interesante es que Millán no puede vivir sin amor en la vida familiar; se necesita del amor para crecer, levantarse y perfeccionarse como una comunidad familiar en las buenas costumbres.
GOTITAS DE AGUA:
Pero tanto o más que estas, necesitamos personas que encarnen los valores sobre los que se asienta una saludable convivencia; que gasten su vida al servicio de la sociedad desde un inteligente compromiso con la justicia, la dignidad humana y la tolerancia. Sin estridencias, con altas dosis de humildad y sencillez. Y, a ser posible, con erudición. Por desgracia, no andamos sobrados de líderes de esa clase. Por ello hay que saber reconocer y apreciar a los pocos que hay en medio de nosotros, esperando que algunos otros tomen ejemplo y sepan recoger el testigo. De ahí, un político de cuerpo entero, un hombre de bien, es fiel testimonio de su grandeza.
Al poner en el centro a Juan S. Millán, reflexiono que el mundo de ésta no es estático, ya que se encuentra en constate movimiento y adecuación, pero lo que no cambia es su esencia, sus principios, su verdad y el plan que Dios tiene de él. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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