Sobre el Camino

Mi opinión acerca del futuro

El tiempo que nos queda hasta el día electoral es nuestra última oportunidad para decidir sobre el futuro mexicano. Para resolver entre nuestro éxito o nuestro fracaso. Para surtir a México el éxtasis o el desastre. Es nuestra “última llamada”.

Como dice mi amigo ex alcalde de Culiacán y ex senador de la república Gustavo Guerrero Ramos en una de las varías pláticas que hemos sostenido durante añosque escoger a veces incomoda, a veces duele y a veces aterra. En los asuntos de la política, al final todos tenemos la razón. La diferencia entre unos y otros, es que algunos la hemos tenido cuando todavía estamos a tiempo y otros la pueden tener cuando ya no hay remedio. En verdad, lo suscribo.

El desenlace de una elección importa por quien gana, pero también por quien pierde. En una democracia, en teoría, el carácter de la oposición pesa tanto como la disposición y mandato de quien accede al poder.

La narrativa presidencial ha perdido magia para interpretar la realidad y trastocar su percepción. Permanecer más tiempo en el atril, repetir mil veces el lugar común, cargar cada vez más fuerte contra quienes se quiere presentar como responsables del desencanto no disminuye el problema, lo agranda. Eso, a mi criterio.

La creciente tensión entre México y Estados Unidos no se resuelve con los desplantes anti intervencionistas o nacionalistas, sobre todo, cuando los problemas, las diferencias y los litigios con el vecino abarcan múltiples campos. Cualquier descuido o exceso en el tratamiento de esos asuntos podría acarrear a México consecuencias de enorme calado.

Donde la narrativa presidencial va en caída libre es en el capítulo relativo a la reforma electoral. Un día sí y otro también ese proyecto sufre un revés y, siento que su destino muy probablemente sea el del fracaso. Como era obvio, esa reforma fracasó a nivel constitucional. Luego se atoró a nivel reglamentario, cuando salió adelante, se topó con impugnaciones en la Suprema Corte, poniendo su aplicación.

Aun así la narrativa insiste en hacer del vituperio el mejor argumento. No es cuestión de hablar más lento, alargar las palabras ni de permanecer más tiempo de pie en el atril, sino de reflexionar, ejercicio que demanda guardar silencio y entender las circunstancia.

En otro orden de ideas, la prospectiva tiene que ser entendida como una herramienta metodológica y promotora de la creatividad que invita a la construcción de un futuro partiendo de la base de que nada está decidido y todo está por crear.

La prospectiva estudia el futuro para comprenderlo mejor y poder incidir sobre él. La intención es idear el mejor porvenir posible, sostiene el economista francés Michel Godet, catedrático especialista sobre prospectiva estratégica. Con todo un mundo a cuestas, cargado de escepticismo posmoderno, tiene sentido rescatar el valor de lo imaginado. Aun cayendo en el espacio de lo que algunos, de manera peyorativa, puedan calificar de utópico.

Los Supersónicos, serie animada de los 70, no son de mi época, pero que a través de los años los seguí gracias a la tecnología de hoy, creada por William Hanna y Joseph Barbera, expone los “sueños utópicos” de los autores. Los Jetsons eran una familia del futuro. Se hablaba de que habitaban la Tierra en el año 2062. La serie fue creada en 1962.

Quién se imaginaría que, en este momento, varias de esas “utopías” son una realidad. Los escenarios a ocurrir se adelantaron.

No se trata de crear ciencia ficción. No es pura imaginación, ni se trata de inventar un mundo futuro totalmente desconectado con el presente. La pretensión es siempre comprender de mejor manera el presente para poder actuar. El pasado se ubica en la dimensión de los hechos cumplidos. Allí nada podemos cambiar.

GOTITAS DE AGUA:

 

 

El futuro depende de lo que hagamos en el presente. El desarrollo humano exige estar vinculado a la idea del bien público y su construcción es una responsabilidad del conjunto de la sociedad. Lo público se configura en las relaciones entre los actores sociales. Es necesario abordar la reconstitución y resignificación de lo público, como un lugar simbólico de la sociedad. Pero también como espacio material de participación, de construcción de alianzas y elaboración de propuestas.

El futuro depende de lo que hagamos en el presente. El desarrollo humano exige estar vinculado a la idea del bien público y su construcción es responsabilidad del conjunto de la sociedad. “Es cuanto”. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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