Considero una verdadera preocupación por quienes persiguen sus aspiraciones desde la fidelidad u obediencia a una idea aunque ello ponga en riesgo el progreso para la sociedad o partido para lo que trabaja.
Dícese de aquellos que cometen traición una y otra vez, que no cumplen su palabra o que no guardan la fidelidad debida. Si nos centramos en la vida pública, nadie osaría calificar a los traidores como ejemplo de nada, al contrario, es frecuente saludar y reconocer como virtuoso el comportamiento de quien acredita una trayectoria de fidelidad a su palabra, a sus compromisos y convicciones. El reconocimiento es todavía mayor si afronta costes personales o profesionales. En ese caso, para el alcalde de “Tierra Santa”, Salvador Alvarado, Armando Camacho Aguilar, no faltará quien quiera convertirlo en un objeto político de veneración. Desde esta provocación quiero compartir mi preocupación por quienes persiguen sus aspiraciones desde la fuerza que impulsa la firmeza y fidelidad a una idea, aunque ello ponga en riesgo la convivencia y el progreso de la sociedad para la que dicen trabajar.
Resulta que a principio de semana el alcalde de Salvador Alvarado, Armando Camacho Aguilar, en rueda de prensa se le ocurrió una idea para quedar bien con el ejecutivo estatal, en donde expresó un presunto adelantamiento a sus pretensiones personales, y por quedar bien, a mi criterio, quedó mal, ya que cesó a todos los pasistas que conformaban su gabinete, eso lo hizo por quedar bien en el tercer piso, lo peor es que lo hizo sin la anuencia de la oficina más importante del estado, peor aún, solicitó asesoría de un “Diablo de origen Mazatleco”, ósea, un panista de hueso colorado. Lo cual, considero una muy mala señal y estrategia política.
Lo que califico como un gran error de cálculo político, ser irreverente y traicionar a quien le abrió las puertas de Morena, considero que debió esperar la orden oficial, echarse muertitos a la espalda en política no es muy recomendable, pues debería preguntarse si reúne la audacia suficiente para no permanecer fiel a sus pretensiones, ya que la marca fue y será quien coma rábano en el 2024. Sin Morena el alcalde de Guamúchil está calaca políticamente hablando.
Toda traición es un acto que mina el significado de una relación densa y añado que es también un abuso de confianza. Creo que esta acepción la que pesa más en el juego: el traidor es, por lo tanto, aquel político que ha abusado de manera exagerada de la confianza que obtiene de sus electores, pero sobre todo, de quienes lo pusieron en donde está, seguro no fue la divina prominencia, sino una coyuntura política de nombre tercer piso. A menos que, Armando Camacho Aguilar opine diferente.
Traición e irreverencia que de momento hace inviable la formación de un gobierno estable que se ocupe de unos ciudadanos que llevan años viendo con angustia cómo pierde fuerza la credibilidad en todos sus aspectos, económico, social, cultural y de vanguardia, por culpa de unos políticos que no tienen más objetivo en su vida que aprovecharse del momento que vive el partido en el poder.
GOTITAS DE AGUA:
Queda por sentado que, Armando Camacho Aguilar, una vez más, traiciona y desobedece órdenes anticipadas, y lo peor de todo, es que se puede quedar sin el niño de las dos tortas, sin PAS y Morena, pues en su prematuro adelanto y solicitar primero el consejo de un “Diablo vestido de azul” de origen Mazatleco, en donde podría generarle discrepancias, si de por sí, ya no lo ven con buenos ojos, podría ser el siguiente en la lista, aunque las apariencias políticas digan otra cosa.
Lo cierto es que se le suma otra rayita al tigre, a veces, cuando intentas quedar bien, quedas mal, o bien, adelantarse a una posible orden política, quedas mal en las dos pistas, primero, quedas mal por desobediente, y la segunda, cargas en un futuro muertitos que te cobrarán factura en una muy cuestionada y posible reelección.
Y un dato muy curioso ante los hechos vertidos en la comuna Alvaradense, de todos los corridos que forman parte del equipo de Cuén, hubo algo que me llama mucho la atención, el Director del Rastro Municipal, Diego Inzunza y la joven Alexis Mendoza, que forma parte del área de economía, se les considera ahijados políticos del regidor pasista, Romeo Gelinec Galindo. ¿Será que el alcalde le tuvo miedo al regidor del PAS? Se los dejo a su imaginación. Aquí aplica, que se juega con “Dios y el Diablo” a la vez.
Por tal motivo, un político como el mencionado no puede ni debe adelantarse a un hecho político por más lógico que parezca. Y como dijo mi amigo, Gregorio García Vázquez (El Goyo 310) “Se los dije, ese Iguano resultó lagartija”. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…
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