Dos plebes enojados y un maloso queriéndolos hacer pelear poniendo la mano para que la escupieran y la movía rápidamente para que el salivazo cayera encima del que no se quitaba a tiempo.
Ahí se armaban los chingazos.
Facilito y sin muchas consecuencias.
El tiempo pasa y los modos cambian.
Los intereses motivan a la brutalidad y no basta que el contrario baje las manos en señal de rendición.
Que la sangre si llegue al río es la consigna.
Golpear sin piedad y sin tregua.
Alguien tiene que morir para que el otro viva contento.
Sin embargo, no siempre resulta de esa manera y en ocasiones los rivales quedan sin vida y son otros los que aprovechan su muerte.
La política es un arte y crea escenarios tan confusos que a veces nadie los entiende y eso mismo origina actitudes de cautela y de alto razonamiento.
No hay armas de ninguna especie.
La astucia se convierte en el instrumento de combate y el juego del poder comienza y se tejen redes para inmovilizar al contrario.
Todo es silencioso y encubierto.
La inteligencia es la que campea en estos duelos y es muy raro que la suerte determine el resultado de estas competencias.
La estocada final concede la victoria y llega en el momento preciso.
Me gustan las batallas de alta ingeniería intelectual. Me encanta ver a los brillantes políticos, enfrascarse en luchas que nos meten en su dinámica, por ser de muy alta calidad y nos brindan muchos momentos donde vibramos de emoción, al observar las jugadas que se implementan encima y abajo del tablero.
El circo romano divertía a la plebe con gladiadores que luchaban a muerte y su sangre quedaba derramada en la arena.
Nuestro circo es moderno y es el poder político el que se pone en juego y queremos gladiadores que se hagan dignos de nuestra admiración.
Sin espadas o pistolas.
Que jueguen su ajedrez y nos permitan entender sus jugadas.
Lo fino debe sustituir a lo burdo.
Sus golpes deben ser producto de la inteligencia.
Queremos ver grandes duelos.
Escenarios de varias pistas y con trapecistas que nos asombren y nos hagan aplaudirlos por sus acrobacias.
No queremos ver hemoglobina derramada sin sentido.
Nos apasionan los inteligentes y astutos.
El poder es el que está en juego.
El que la escupa es más hombre ya paso de moda.
Los pleitos de plazuela o de callejón son cosa del pasado.
Que la razón impere y nos divierta.
Hasta mañana.
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