Mi poeta campesino me manda el siguiente reporte sobre la maxi pista Culiacán- Mazatlán con el siguiente mensaje:
“Amigo, el viernes viajé a Mazatlán por la dizque autopista y la verdad es una verdadera porquería. Casi me mato, está intransitable, sobre todo de norte a sur y es un atraco pagar por esa mierda de carretera.
Dice haber pagado cuatrocientos pesos de ida y lo mismo de vuelta.
Fue muy descriptivo sobre las condiciones de la maxi pista. Me reportó hoyos de grandes dimensiones que pueden provocar volcaduras y por supuesto que la tronata de llantas al caer en ellos.
Durante su trayecto rumbo al puerto tuvo la oportunidad de elaborar poemas que comenzaban en un “CHINGUEN A SU MADRE” y terminaban de la misma manera con la enjundia que produce el coraje de joder su carro.
Parece que la concesión pertenece al empobrecido magnate Carlos Slim, ni más ni menos que el hombre de negocios más favorecido por el presidente de México.
A el fueron dedicados los versos del camino.
Para darme una referencia sobre la veracidad de nuestro poeta, pregunté a otros usuarios y al parecer coinciden en un setenta u ochenta por cierto en sus decires.
Para exagerar un poco, agregaremos que es la única carretera donde los tractores agrícolas se ponchan en los hoyancos.
Hay hoyos tan profundos, que garantizan la destrucción de llantas y rines si se tiene la desgracia de enterrarse en ellos.
“A don Carlitos Slim, poco interesa mi suerte y disfruta concesiones, que garantizan sin duda, el encuentro con la muerte”
Una pregunta inocente:
Carlos Slim se traga solo el bocado o comparte las ganancias con los jefazos de Estado.
Dicen que los presidentes tienen muchas cajas chicas, que a veces son gigantescas, y una de ellas pueden ser este tipo de contratos de vías de comunicación.
Nosotros permanecemos en la región limbar (en el limbo) y para nada nos enteramos de los grandes negocios presidenciales.
La maxi pista del ensueño es ahora aventura diabólica por donde viajamos pagando y sin poder negarnos a depositar nuestra humilde aportación.
La cuarta transformación ha cumplido con su deber, la otrora ruta de la seguridad y el placer es ahora una mierda.
Eso dice el poeta del camino.
Yo si le creo, hace tiempo que no viajo rumbo al puerto, así que mi columna se basa en su testimonio.
Como escribí al inicio:
Sus versos comienzan y acaban con un “chinguen a su madre”.
Hasta mañana.
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