Dinero y manera de hacerse de ellos tienen, pero no les interesan este tipo de aparatos y los dejan de uso exclusivo de las autoridades, o gente adinerada que gustan de transportarse y meter ruido en las alturas.
Así sucede hasta el momento.
Cualquier rato y nos dan nota.
Recursos para adquirirlos les sobran.
No es de su gusto y colorín colorado.
Desde la captura de Ovidio Guzmán, no dejan de sobrevolar sobre Culiacán los helicópteros y lo hacen de día… y de noche también.
Nos causan curiosidad a los que nada tememos y puede que mucha inquietud a los que tienen cuentas pendientes.
El narcotráfico utiliza aviones para transportar sus mercancías y acercarlas lo más posible a los lugares del destino final.
Su clientela radica en los Estados Unidos y de allá se traen toneladas de billetes verdes de distintas denominaciones.
La delincuencia organizada no utiliza naves de combate.
Sus requerimientos son de transporte de productos y hasta la fecha sus aviones no han sostenido combates en nuestro espacio aéreo.
Claro que pueden cambiar y equipar sus naves con poderoso armamento para hacerle frente a los helicópteros y aviones del ejército y la parina.
Esperemos que no suceda.
Bastante tenemos con enfrentamientos en tierra y no queremos se extiendan sobre nuestras cabezas.
Las fuerzas armadas de nuestro País hasta hace un tiempo no encontraban resistencia de los delincuentes.
Localizaban un plantío, lo quemaban y hasta ahí las cosas.
En carretera detenían los vehículos con droga y colorín colorado.
Todo en orden y sin enfrentamientos.
Nada es igual y ahora sudan la gota gorda para detener los cargamentos y aprehender a los delincuentes.
Armados hasta los dientes y muy superiores en número a los que pretenden impedir su paso.
Los soldados y marinos muy seguido las pierden.
No usan helicópteros los narcos.
No se sienten cómodos en ellos y esa es la razón por la que no los tienen a
su disposición.
No faltará quién le tuerza el rabo a la puerca.
Rogamos para que no suceda nunca.
Aguantamos balaceras de carro a carro.
Agarres en nuestras calles donde se queman miles de cartuchos y se dan el quién vive contra el más pintado.
Eso está en nuestro ADN y estamos curados de espanto.
No nos hemos calado con combates aéreos en Culiacán.
Sin helicópteros están bien las fuerzas fácticas.
Y que recen los militares para que no cambien de parecer sus contras.
Hasta mañana.
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