Fallece el ex -gobernador Jesús Alberto Aguilar Padilla, y con su partida se va también uno de los últimos liderazgos políticos de Sinaloa.
Paradójicamente el nativo de Cosalá pareciera haberse llevado en su viaje final, los restos de lo que fuera su gran partido, el PRI.
Hoy, muchos hombres y mujeres, otrora grandes luchadores, promotores e impulsores de las siglas tricolores, navegan hoy en día en el mar de la incertidumbre, encarando la indecisión de no saber a ciencia cierta el camino a seguir.
Y es que en Sinaloa, pareciera ser, que con la muerte de Aguilar Padilla, al PRI se le acabaron los generales con la solvencia política, la fuerza, la voluntad, y la capacidad necesaria para reunir a la tropa dispersa y conducirla a lo que podría ser la reestructuración de un nuevo frente de batalla.
Y es que nadie, desde los últimos seis gobernadores de Sinaloa, supo construir liderazgos con arrastre y visión de futuro y largo alcance.
Francisco Labastida y Renato Vega Alvarado, terminaron sus respectivos periodos de gobierno, sin la capacidad de poder aspirar a dejar siquiera un sucesor amigo.
Juan S. Millán supo construir un liderazgo que después él mismo se encargó de destruir, primero, al generar una fuerte discrepancia entre sus dos principales alfiles para sucederlo, en las personas de sus entonces dos grandes amigos, Jesús Aguilar Padilla y Abraham Velázquez Iríbe.
El segundo disparo que Millán Lizárraga le pegó a su propio liderazgo político, construido mediante muchos años de lucha, fue su alianza política con el PAN y PRD para disputarle la gubernatura al PRI, en abierto reto al mismo gobernador Jesús Aguilar Padilla.
Juan, con la fuerza de un ala del PRI, así como de la alianza con los dos partidos de oposición, ganó la gubernatura para Mario López Valdez, pero perdió el liderazgo de un gran sector del que fuera el partido de sus amores.
Después de aquel histórico acontecimiento político electoral, Juan Millán Lizárraga, ya no fue el mismo.
Por cierto, en aquellos tiempos trascendió la versión de que la ruptura política y de amistad de Juan Millán con Jesús Aguilar, obedeció al hecho de que el originario de El Rosario Sinaloa, sentía animadversión por Jesús Vizcarra Calderón, quien como se sabe, era la carta fuerte del de Cosalá para la candidatura a gobernador.
Eso han dicho algunos enterados del tema, sin embargo, otros allegados al círculo político de Millán, aseguran que éste cargó siempre a cuestas la amargura de haberse equivocado al llevar a la gubernatura a Jesús Aguilar, y dejar a fuera de la jugada a su fiel e incondicional amigo Abraham Velázquez Iribe.
Se asegura, que tan intensa era la carga emocional que Juan Millán traía clavada en el corazón, que, en el año 2007, cuando, siendo gobernador del Estado, Jesús Aguilar enfrentó la primera etapa de su enfermedad, se llegó a pensar que moriría, y hubo movimientos políticos tendientes a buscar que fuera Abraham Velázquez quien lo sucediera en los mandos…Pero, Jesús sobrevivió, y el plan abortó.
Los otros dos gobernadores, Mario López Valdez y Quirino Ordaz Coppel, tampoco construyeron liderazgos políticos sólidos y bien estructurados, que les permitieran ejercer el control de los poderes en Sinaloa.
Por ello, me atrevo a asegurar, que el único liderazgo político que a la fecha se observaba en Sinaloa, lo ejercía de manera discreta, Inteligente, prudente y muy habilidosa Jesús Aguilar Padilla.
La amistad y lealtad, así como las consideraciones que siempre le brindaron el anterior gobernador Quirino Ordaz Coppel, y el actual Rubén Rocha Moya, hablan por sí solas del peso político que el hijo predilecto de Palmitas Angostura tenia al momento de su partida de este plano terrenal.
Por esa razón, hoy que Aguilar Padilla a fallecido, no son pocos los que le han llorado al amigo, pero creo que son muchos más los que sienten ya el vacío de la orfandad política en que los ha dejado.
Por cierto, para nadie es un secreto, que entre sollozo y sollozo, y ante el inminente derrumbamiento del PRI, varios y varias, alzan la vista en busca de un nuevo horizonte político.
Y es factible pensar, que para los aguilaristas, el mejor nicho de consuelo podrían encontrarlo en el hombre que tuvo mayor afinidad humanista y social, así como identidad intelectual, política y cultural con su líder fallecido.
Me refiero en efecto, al gobernador Rubén Rocha Moya, quien dejó constancia de ese gran cariño, respeto y agradecimiento que le tuvo a “Chuy” Aguilar, mediante el discurso dirigido en el homenaje de cuerpo presente ocurrido en el patio central de Palacio de gobierno.
Finalmente, y para cerrar mi entrega de este día, me permito hacer alusión a uno de los hombres que mayor lealtad y muestras de cariño y respeto le profesó a Jesús Alberto Aguilar Padilla.
Aunque muchos fueron los amigos entrañables que extrañan y le lloran a nuestro nunca olvidado amigo, hoy hago alusión al Comandante Héctor Burgos.
Curiosamente fueron los primeros días del mes de febrero de 2004, cuando fue comisionado como escolta del entonces Diputado local y enseguida candidato a la gubernatura de Sinaloa.
Para el 2005, ya en calidad de ejecutivo del Estado, Jesús Aguilar lo nombra como su jefe de ayudantía y seguridad personal.
El comandante Burgos, conquistó no solo el aprecio y confianza absoluta de quien fuera su jefe por 20 años, sino también de la familia y amigos cercanos de Jesús Aguilar.
Unas horas antes de la partida hacia el infinito, Héctor Burgos se acercó al lecho en que reposaba, para refrendarle su cariño, respeto y agradecimiento.
“Muchas gracias jefe por todas tus enseñanzas, por tu amistad, y sobre todo por haberme dado la confianza de pertenecer a tu equipo”, fueron las palabras de despedida de un policía que entregó horas, días, meses y años de su vida a servir de día y de noche al hombre, del que nunca supo cuando pasó de ser su jefe, a su amigo y casi hermano… Hasta aquí la dejamos por hoy…Nos veremos enseguidita…
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