Fax del Fax

El baúl de los recuerdos

Decidí dejar la tapa abierta para que fluyan libremente las vivencias buenas y malas que conforman el mosaico de nuestra vida.

Se gozan y se sufren las dos vertientes y nos mantienen dentro de la burbuja que hace hervir la olla del caldo.

Dios sabe hasta donde nos dejará llegar.

El pasado forja el futuro.

Y nos alcanza en el presente.

Lo impactante que me ha tocado presenciar es la llegada al poder de Andrés Manuel López obrador a la presidencia de México.

Se le llamó el tsunami político del 2018 y hasta la fecha no se vislumbra la manera y forma en que lo puedan parar.

Se hace llamar el vengador del pueblo y bajo esa premisa se mantiene con su figura y sus palabras acalambran a cualquiera.

Para todos tiene y encuentra la manera de pararlos o hundirlos según convenga a sus intereses.

Negar su fuerza es necedad.

Su oleaje de poder ahoga y no hay posibilidad de ponernos a buen recaudo y formar una trinchera para iniciar la contra.

Hurgué en el arcón de la tapa abierta y apareció la figura de un presidente que fue muy popular y gozó del cariño del pueblo.

Adolfo López Mateos pintó su huella. Su paso por la presidencia de México fue de suavidad y de jocosos momentos.

Enamorado como perro bichi.

Sus vientos de poder acariciaban.

Llegó Gustavo Díaz Ordaz y el poblano impuso la fuerza de su carácter y el símbolo del autoritarismo moderno.

Dejó en manos del populismo a México.

Luís Echevarría Álvarez se convirtió en adalid de los pobres y bajo esa característica nos pasamos seis años.

Soltó mucha lana por todos los rincones del País y muchos lo recuerdan como gobernante positivo y hasta lo extrañan.

Otro que dejó huella en mi memoria fue López Portillo.

Su campaña fue sin candidato opositor y le valió gorro obtener de esa manera la presidencia de México.

Su hermana margarita era el poder tras el trono y saquearon lindo y bonito las arcas del erario.

La colina del perro llamaban a la mansión donde vivió sus últimos años al lado de un súper cuero de la farándula.

Nos heredó a De la Madrid que no traía nada en la pelota y luego vino el más cabrón de los presidentes que recordamos.

Carlos Salinas de Gortari era y sigue siendo una fiera.

Manejaba los hilos del poder en forma soberbia y pudiéramos pensar que su figura opacaría a nuestro peje lagarto.

Nos dejó esa impresión como herencia.

Los recuerdos van y vienen.

Dejaré abierto el baúl y veremos qué pasa.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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