Presentamos sobre este 2024 el resumen uno, de asesinos y de cobardes.
Sinaloa escribió durante este año uno de los peores de su historia por lo sucedido el 25 de julio y lo que hemos visto desde la fecha.
Todos sabemos quién asesinó a Héctor Melesio Cuén Ojeda, y casi todos lamentamos la impunidad insultante a favor del chacal de Batequitas y de sus cómplices.
Rubén Rocha Moya cargaba con los irremediables estigmas de narco y corrupto, y agregó el de ser un matón desalmado.
Con la complicidades de AMLO y de Claudia Sheinbaum, y con el arrodillamiento cobarde desde la UAS y desde el PAS, incluyendo a la familia del maestro.
A la infamia del asesinato, lo inconcebibles que resultan los aplausos a favor del asesino.
Esta es la “distinción” principal del año que está por terminar.
Melesio Cuén perdió la vida por defender la autonomía de la universidad.
Recordemos las consignas uaseñas “de rodillas nunca” y “ni un paso atrás, aunque vaya a la cárcel”.
Pura retórica.
Un 2024 de asesinos y de cobardes, como señalamos en el título del Altoparlante de hoy.
En la Universidad Autónoma de Sinaloa se hace historia sobre cómo ser traidor y malagradecido.
El Partido Sinaloense se burló también de la memoria de su fundador, al convertirse en uno más de los traidores que no hacen más que aplaudirle al señor don Rubén.
Para rematar, la familia Cuén Díaz tragándose la burla de que en una sesión del Congreso del Estado el gobernador les diera en directo el pésame por la muerte de Melesio.
Con traidores descarados que tienen espacios en Radio UAS, como es el caso del fabiruchis uaseño Víctor Hugo Aguilar Gaxiola, súper lambiscón del gobernador asesino.
Y si le seguimos con los nombres y detalles, no nos alcanza el espacio.
Si se trata de puras cobardías o si además hay dinero de por medio, para el caso es lo mismo.
No extraña que el gobernador sea un desalmado, pero sí lo que vemos en la UAS.
Se traicionó no solamente a Melesio Cuén y a la universidad, sino a todo Sinaloa.
Buena parte del pueblo que sí es bueno esperaba que nuestra máxima casa de estudios hiciera valer sus repetidas promesas de que no se iban a doblar.
Para nada nos sirven el gobierno de criminales y las infames abyecciones uaseñas.
Por más que se indignen algunos cínicos con su maroma de que los arrodillamientos terminaron en cosas maravillosas para casi todos.
No tienen vergüenza, y ni tantita pena les da.
Retomemos una parte de la canción de León Gieco: “Sólo le pido a Dios que el engaño no me sea indiferente. Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente”.
Que no se nos olvide, ni a nosotros ni a los traidores.
En esta primera parte del resumen, queda claro que sufrimos gobiernos encabezados por asesinos.
Sucede porque buena parte de la sociedad está integrada por cobardes, egoístas y valemadristas.
Mientras ellos se benefician en lo personal y en lo familiar, no les importa fregar a los demás.
Y con estos amigos, para qué queremos enemigos.
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