En este 2024 resumen dos hablaremos de esas complicidades de parte de la prensa que está de rodillas y es aplaudidora del gobernador.
El peor de los ejemplos es sin duda el periódico Noroeste y algunos de sus colaboradores, en especial el remedo de periodista Alejandro Sicairos Rivas.
Hay muchos más, pero por fortuna también tenemos medios y comunicadores que cumplen con su labor profesional y con su función de servirle a la sociedad.
No tienen límites las desvergüenzas y las hipocresías de quienes se vendieron ante el poder.
Si Rubén Rocha Moya se tira un pedo, lo convierten en éxito musical con olor al más fino perfume.
Ojalá se conformaran con ser boletineros, lo que ya es para dar pena, pero con alarmante frecuencia se burlan de la verdad y de la justicia.
Hay especialistas en lisonjear que nos dicen que fulano o zutana brillan por su “excelente” trabajo.
Morenistas que han pisoteado las leyes y nuestros derechos humanos, y que por el milagro de los sobres pasaron a ser lo mejor hasta el infinito y más allá.
Cuántas infamias vimos de esa parte de la prensa, cobijando y hasta aplaudiendo las ilegalidades y los abusos de poder contra los adversarios del gobernador.
Caen en el ridículo de presentarnos a Rocha como un político honesto que está siendo difamado.
Solapan a los tres poderes del estado protectores de corruptos y perseguidores de inocentes.
Las violaciones a la autonomía universitaria fueron convertidas en plausible “democratización”.
Los delitos inventados y juicios a modo contra funcionarios de la UAS, presentados como ejemplo de lucha contra los saqueadores universitarios.
La burla de pregonarse como periodistas que luchan por la justicia mientras callaron como momias ante los montajes de la gasolinera, la clínica CEMSI y el falso dictamen forense.
Hay que proteger a los asesinos de Cuén, porque uno de ellos es el chacal de Batequitas.
Hoy seguimos con mucha violencia pero algunos medios le dan vuelo a los atoles y al burdo fracaso de la mesa de seguridad.
Es una vileza secundar los valemadrismos de que “todo está tranquilo”.
El deshonor de esconder o soslayar hechos de violencia.
Festejar con todo los “logros” del gobierno y los “avances” hacia la paz y la tranquilidad.
Como si la falsa voluntad fuera noticia más importante que la terrible realidad.
Una terrible realidad que los gobiernos morenistas se han adueñado en buena parte de la narrativa.
En Sinaloa, por ejemplo, no todo está en los jugosos convenios de “publicidad” con medios reales.
De repente, nacieron montones de “periódicos” digitales que en las redes sociales difunden notas a todas luces falsas con la puntualización de que fueron pagadas.
Si usted tiene cuenta de X, encontrará montones de aplausos financiados con dineros del pueblo.
Cuentas reales y bots que lambisconean a la cuatroté y atacan a los opositores.
Esto que sucede desde hace ya más de seis años: es bueno ser malo y es malo ser bueno.
Sólo unos pocos refutamos las mentiras de los otros datos, y somos linchados por la putrefacción de cuarta.
El periodismo es negocio, pero implica un compromiso social.
Tener utilidades no debe estar por encima de la verdad y de la justicia.
El ser y el deber ser, distanciados en perjuicio del pueblo.
Con mi abrazo reiterado a la tropa que, pagando justos por pecadores, lamenta y sufre por las censuras de los patrones y directivos.
Reitero mi autocrítica gremial con la mejor buena fe, en espera de que corrijamos lo indebido.
Porque en Sinaloa seguimos gobernados por asesinos y corruptos gracias en buena parte a esos medios de comunicación mediocres que sólo piensan en el maldito y cochino dinero.
Comenzaremos un nuevo año en estas condiciones tan terribles para los sinaloenses.
En lo personal, mi falta de capacidad para entender cómo es que siendo el periodista que más apoyó a la UAS durante la persecución política que sufrió, hoy se me trate como enemigo.
Algunos traidores uaseños calienta cabezas me quieren en esa condición, de adversarios.
Seguiré apoyando las causas justas, pero nunca seré solapador silente frente a lo indebido.
Si esto les sigue disgustando, tienen entonces dos problemas: entender y seguir aguantando.
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